Esa es Fátima. Su amor por la náutica la ha llevado a surcar y conquistar los mares de toda España. Luchadora, valiente, noble, leal y buena. Eso por encima de todo. Posee un corazón que abarca proa, popa, babor y estribor.
Ella es un regalo en mi vida. Nunca imagine que “mis latidos del corazón” pudieran ofrecerme la oportunidad de conocer personas tan extraordinarias como lo es ella.
A Fátima no hay quien la pueda ni una tormenta perfecta, ni una ola gigantesca y ni un tsunami llamado cáncer de mamá pudo hundir su embarcación.
El amor al océano nos unió a través de su arte, la pintura. Apagando el calentamiento global a través de un hermoso extintor lleno de sus pinceladas de agua, sal y espuma. (Ver web exposición)
Gracias amiga, maestra y compañera de sueños. No dejes de navegar con esa raza que te caracteriza hija del viento.
Te admiro y te quiero.
Aquí su taller:






